Si tu niño padece deshidratación, eso significa que no tiene el líquido suficiente que necesita su cuerpo. Los niños pequeños son más propensos a deshidratarse que los adultos, y eso puede pasar si ingiere menos líquido del que elimina a través de vómitos, diarrea, fiebre o transpiración.
La deshidratación puede ser leve y fácil de corregir, moderada, o severa y potencialmente mortal.
Cualquiera de estas señales puede indicar que tu niño está deshidratado o se está deshidratando.
– Pasa más de seis horas sin orinar.
– Su orina es de color amarillo oscuro y con fuerte olor.
– Está aletargado y sin energía.
– Tiene la boca y los labios secos.
– No le salen lágrimas cuando llora.
– Ojos hundidos.
– Las manos y pies se sienten fríos y parecen tener manchas.
– Está mareado o delirando.
– Somnolencia o nerviosismo excesivos.
Ten en cuenta que los niños pueden deshidratarse peligrosamente rápido, así que si crees que tu hijito presenta señales de deshidratación grave, llévalo a una sala de emergencias de inmediato. Es posible que necesite recibir líquidos mediante una sonda intravenosa hasta que se vuelva a hidratar.
Si crees que está deshidratado, pero no crees que sea grave, llama al médico para que te aconseje.
Es posible que quiera verlo para asegurarse de que está bien. Si el médico considera que tu niño está levemente deshidratado, el doctor quizás solo te recomiende que le des suficiente agua y otros líquidos que normalmente bebe.
Pero también es posible que te sugiera que le des un líquido especial, para reponer la cantidad de agua y sales (electrolitos) que ha perdido su cuerpo.
Los líquidos electrolíticos se venden en la mayoría de las farmacias. Los nombres de algunas marcas son Pedialyte, Infalyte. y ReVital. Puedes preguntarle a tu farmacéutico sobre marcas genéricas.
No sustituyas estos líquidos por bebidas deportivas como Gatorade. Aunque estas contienen electrolitos, tienen una concentración de azúcar superior a la de los líquidos electrolíticos hechos especialmente para rehidratar a los niños.
Para eso se basará en el peso y edad del pequeño. Una indicación general para el total de solución que le deberás dar a tu hijo, en el curso de tres o cuatro horas, sería: 5 cucharaditas (25 ml) por cada libra (medio kilo) que pese el niño.
Así que por ejemplo, si tu bebé pesa 15 libras (7 kilos aproximadamente), eso equivaldría a 75 cucharaditas (375 ml), o a cerca de 1 taza y media.
Es posible que en tu país las unidades de salud ofrezcan sueros hidratantes. Si es el caso, conviene tener a la mano algunos sobres para un caso de emergencia.
El suero debe permanecer tapado a temperatura ambiente y después de 24 horas, hay que desechar el suero sobrante y preparar otro litro.
No a todos los niños les gusta el sabor de los líquidos electrolíticos, así que si tu niño no quiere tomárselos, asegúrate de pedirle al doctor que te informe sobre otras alternativas.
Además, es importante que aumentes la cantidad de líquidos que normalmente toma. Las paletas de hielo para los niños mayores podrían ser una ayuda más llamativa para la rehidratación.
Para evitar la deshidratación, es importante asegurarte de que tu pequeño beba mucho líquido, especialmente en los días muy calurosos y cuando esté enfermo. Ofrécele agua con frecuencia.
No le des bebidas carbonatadas pues terribles para sus dientes y salud. Si tu niño bebe jugo, no aumentes la cantidad que les das al día. Lo que puedes hacer es diluir el jugo con agua para aumentar la cantidad de líquidos que ingiere. De modo que si está bebiendo 3 o 4 onzas (medio vaso) de jugo al día, por ejemplo, puedes diluirlo a 6 u 8 onzas (1 vaso) de líquido.
Si bebe 6 onzas de jugo al día, lo puedes diluir para hacer 12 onzas de líquido. (La Academia Estadounidense de Pediatría recomienda limitar la cantidad de jugo que beben los niños de hasta 7 años, a no más de 1/2 taza a 3/4 de taza, lo que equivale a 4 a 6 onzas).
Para niños mayores de 7 recomienda limitar el consumo de jugo a 8 a 12 onzas por día.
Presta especial atención a los síntomas de la deshidratación si tu niño se encuentra bajo las circunstancias que se indican a continuación:
Ofrécele muchos líquidos siempre que tenga fiebre. Si tiene dificultad para tragar, pregúntale al médico si puedes darle medicación para el dolor como acetaminofén infantil (paracetamol) o ibuprofeno para ayudarlo con el malestar.
Demasiada actividad en un día caluroso o el solo hecho de estar sentado en una sala con aire viciado y sofocante puede producir transpiración y pérdida de líquidos. Dale a tu hijo más líquidos que de costumbre cuando haga calor o si participa en actividades deportivas o que requieren mucha energía.
Si tu hijo tiene una enfermedad intestinal, especialmente una gastroenteritis aguda, perderá líquidos en forma de diarrea y vómitos. No le des jugo a tu niño ya que eso podría empeorar la situación. Tampoco le des medicinas antidiarreicas de venta sin receta, a menos que tu médico lo recomiende. Simplemente aliéntalo a beber suficiente agua si tiene 6 meses o más. Y si crees que se puede estar deshidratando, también puedes darle una bebida electrolítica.
Por cierto, si fue la diarrea la que causó la deshidratación de tu bebé, sus caquitas serán líquidas. Si la deshidratación es causada por la pérdida de otros fluidos (como por ejemplo a través de vómitos o debido a un escaso consumo de líquidos), tu bebé tendrá menos evacuaciones.
Los virus y las infecciones intestinales pueden causar vómitos. Si tu niño tiene dificultad para mantener líquidos en su estómago, puede deshidratarse con facilidad.
Intenta darle cantidades muy pequeñas de líquido con frecuencia. De nuevo, los líquidos electrolíticos ayudan a hidratar a los bebés mayores de 3 meses que han estado vomitando.
Comienza dándole probaditas de frecuentes pero de manera lenta, una vez que los vómitos se hayan controlado un poco. Le puedes dar alrededor de una cucharadita de ese líquido (5 ml) cada diez minutos por un par de horas. Luego, si todo sale bien, puedes duplicar la cantidad a dos cucharaditas (10 ml) cada cinco minutos.
Un dolor de garganta u otro malestar como la enfermedad mano-pie-boca (hongos o aftas en manos, pies y boca), pueden causar tanto dolor que los niños a veces dejan de beber. Pregunta el médico si puedes darle acetaminofén o ibuprofeno para aliviar el dolor o el malestar. Luego ofrécele pequeños sorbos frecuentes de líquido.
Los líquidos fríos pueden hacerle sentir bien. Pero evita darle bebidas cítricas como jugos de manzana o toronja porque pueden causarle una sensación de ardor y quemazón en los de tejidos irritados de su garganta.
Fuente: BabyCenter
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