Los papás también sufren un torrente de emociones y sentimientos durante el embarazo. Suelen estar en un segundo plano, dejando el protagonismo a la madre, quien lleva el peso físico y emocional de la gestación. Sin embargo, cada vez más tienen un papel activo (y muy positivo), intentando apoyar a su pareja todo lo posible. Los meses de gestación sirven para que nazca su instinto paternal y su deseo de proteger al bebé.
Tradicionalmente el papel de los papás en el embarazo era bastante escaso. Las atenciones siempre iban dirigidas a la embarazada y el varón se suponía que solo era el “acompañante”. Debía mantenerse un tanto alejado, dejando a la gestante toda la carga de esta etapa. Por suerte en la actualidad se entiende que el embarazo supone también una importante sobrecarga emocional para los papás.
Hay que tener en cuenta que el varón no sufre las alteraciones hormonales ni físicas por las que pasa la mamá. Pero tampoco siente las emocionantes sensaciones que ella vive al notar los movimientos de su bebé en su interior o al comunicarse con el bebé a través del tacto o la voz.
Además, como la madre, tendrá que pasar “de ser el hijo a ser el padre”. Y esa transición no siempre es fácil de realizar. Los cambios de rol y en la relación de pareja se empiezan a realizar desde el momento en que se confirma el embarazo; y ambos deben adaptarse a la nueva situación.
También es frecuente que la familia se centre en la embarazada, dejando de lado a los papás, que se pueden sentir desplazados e incluso hasta ignorados. El papá no siempre entiende estos comportamientos y a veces se siente impotente. No sabe cómo afrontarlos o cómo actuar ante las situaciones que se le presentan en este comienzo del embarazo. Generalmente siente que tiene que lidiar con los cambios emocionales propios y los de la madre; situación que no le resulta nada fácil de solucionar.
Con la noticia del embarazo el papá empieza a sentir una maratón de emociones. Por un lado, alegría y emoción; pero también puede sentirse confundido, agobiado… Y puede que le asalte el sentimiento de no estar preparado para la paternidad. Ante esta cascada de sensaciones puede encontrarse culpable o ansioso.
Por otra parte, se espera de él que aporte serenidad y tranquilidad a la pareja. Pero resulta difícil cuando se encuentra con una mujer que se comporta de una forma totalmente distinta a lo normal en ella. Esto con cambios de humor frecuentes y sentimientos encontrados que no es capaz de explicar.
Durante el embarazo, el varón va siendo consciente de la existencia del bebé. Lo ve en las ecografías… Empieza a sentirlo a través de la barriga de la mamá. Y se va haciendo consciente de la existencia de un nuevo ser que va a depender en todo de él. Poco a poco va creando el instinto paternal y aparece un sentimiento de ternura por el bebé. Pero también supone un importante foco de preocupaciones por el bienestar del bebé y de la mamá. Cualquier pequeña alteración de la normalidad le supone una gran preocupación.
Es en las últimas semanas de embarazo cuando desencadena un gran sentimiento de ternura hacia el bebé que va a nacer. Aquí el instinto paternal se hace mas fuerte. El papá desarrolla un potente instinto de protección tanto hacia la mamá como hacia su hijo. Este instinto paternal tan intenso supone que el papá vive el final del embarazo en constante estado de alerta ante cualquier problema que surja. El final del embarazo y la inminencia del parto supone un motivo de ansiedad para el papá. Y que aumenta con las diferentes molestias que sufre la mamá; además de con la vuelta de los cambios de humor y preocupaciones propias del tercer trimestre.
El síndrome de Couvade también se conoce como “embarazo empático masculino”. Se trata de un trastorno psicológico que provoca en el hombre síntomas similares a los que padece su pareja embarazada. Los síntomas físicos que algunos papás pueden notar son los siguientes.
– Náuseas y vómitos, sobre todo por la mañana.
– Cambios de humor, irritabilidad.
– Antojos o repulsión por las comidas o los olores.
– Cambios bruscos de peso.
– Dolores abdominales.
No se conoce la causa exacta que provoca este síndrome. Sí existen diferentes teorías y explicaciones al respecto, aunque ninguna explica el fenómeno del todo.
Se cree que puede tener que ver con un exceso de empatía hacia el embarazo de la mujer. Y ese exceso de empatía es capaz de provocar los cambios físicos que sufren los papás que padecen este trastorno.
También se ha realizado estudios que han comprobado que los varones que lo sufren tienen también alteraciones hormonales. Por ejemplo, una disminución en los niveles de testosterona. Y elevación en los niveles de prolactina.
Otra posible causa es la ansiedad y el estrés que suponen los cambios que va a afrontar la pareja con la llegada del bebé. Este exceso de ansiedad se puede relacionar también con la bajada de los niveles de testosterona.
También algunos psicólogos formulan una teoría que atribuye este problema a los celos. Esta teoría explica cómo a nivel inconsciente, los hombres que sufren este síndrome se sentirían celosos, sea de la madre… O bien del mismo bebé, que podría quitarles el protagonismo en la vida de su pareja. El desarrollo de todos los síntomas sería una forma inconsciente de llamar la atención según estas teorías.
Fuente: Natividad García, Matrona del Hospital Clínico San Carlos (Madrid) en Natalben.
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