En el embarazo es importante mantener una higiene íntima regular, pero sin pasarse. En principio es suficiente con la ducha diaria, ¿cómo hacerlo?
Los cambios hormonales que se producen a lo largo de la gestación modifican el pH de la vagina y la composición del flujo vaginal. Esto hace que la futura mamá sea más propensa a sufrir infecciones vaginales, especialmente por hongos (sobre todo cándidas).
Y por ello, hay que tener un especial cuidado con la higiene genital. Pero esto no significa tampoco que haya que estar lavándose todo el tiempo. Tan malo puede ser el defecto como el exceso.
La flora vaginal nos defiende de los gérmenes y los lavados excesivos o el uso de productos irritantes pueden destruirla.
Una vez al día. Basta con lavarse una vez al día, utilizando un jabón de pH neutro, y si hubiera mucho flujo, una vez más antes de irse a la cama en el bidé solo con agua y a chorro.
No conviene llenar el bidé y poner el tapón porque el agua estancada puede convertirse en un caldo de cultivo de gérmenes.
Solo por fuera. Aunque haya mucho flujo, la higiene solo debe ser externa (es decir de la vulva y los genitales por fuera).
Nunca se deben hacer lavados internos (introduciendo agua o algún producto en el interior de la vagina) porque esto destruye la flora natural y favorece la aparición de infecciones internas.
Cuidado con los jabones. No es aconsejable utilizar jabones íntimos porque son agresivos con la flora vaginal y la piel. Es mejor utilizar jabones de glicerina suaves o lavarse con agua tibia.
Sécate bien. Hay que secar muy bien los genitales para evitar el exceso de humedad, que predispone a la aparición de infecciones por hongos (más habituales en el embarazo).
Al ir al baño hay que tener la precauciones de limpiarse siempre de delante hacia atrás en dirección de la vagina hacia el ano.
Si se hace en dirección contraria, se llevan los gérmenes del ano hacia la vagina, y esto puede provocar una infección.
La ropa interior debe ser holgada y estar confeccionada en algodón u otros tejidos transpirables. Las fibras artificiales y las prendas ceñidas dificultan la transpiración y propician la aparición de infecciones.
Hay que tener cuidado con los detergentes y suavizantes que usamos. Algunos son muy fuertes y agresivos con la piel y las mucosas. Lo ideal es usar la menor cantidad posible de productos químicos.
Fuente: SerPadres.es
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