La lactancia materna es un acto mamífero, por tanto instintivo y natural. Sin embargo, como muchas de las cosas o situaciones arraigadas a nuestro origen mamífero. Y como muchas de las cosas naturales que hacemos día a día, está intervenida por la cultura. Por todo aquello que nos rige y muchas veces queda poco de natural porque se hace más racional que instintiva. Porque pensamos más de lo que sentimos, poco dejamos fluir porque se nos viene a la cabeza mucha información. Nos rodea información desde todas las veredas.
Es así que el acto de maternar y de dar pecho, tema que exponemos hoy, se queda regido y detenido desde lo que la cultura y creencias en las que estamos insertas nos permite. Pero fundamentalmente sobre la información que recibimos. Por esto es de suma importancia encontrar canales de información fidedignos, que aporten a tu maternidad. Y que fundamentalmente hagan sentido con lo que sientes. Muchas sugerencias en torno a la lactancia materna o a la maternidad, sabemos desde la vísceras que son o no son adecuadas.
El primer y único gran consejo es que escuches ese instinto, voz interior, como le llames. Porque tú ya sabes qué es lo que es lo mejor para tu bebé. Luego de esta advertencia/recomendación, intentaré hacer un pequeño desglose de los mitos que frecuentemente encontramos alrededor de la lactancia materna. Sugerencias que no sirven , que no son tal, creencias populares que no son ciertas y que entorpecen nuestra lactancia.
La recomendación es que se da pecho a libre demanda, en especial al principio de la vida, porque cada bebé es diferente y necesita el pecho por distintas razones. No solo por hambre. Es natural que el pecho calme la sed también, y el displacer que puede sentirse frente al nuevo mundo al que ha llegado, por la necesidad de vínculo, por el frío, por el calor, etc.
La leche materna se digiere rápidamente por lo que hay bebés que van a hacer tomas más seguidas. Otros que dormirán más, etc. Lo mejor acá es dejar de mirar el reloj. Dejar que fluya en la relación y que actuemos según nuestro instinto. La lactancia materna a libre demanda, también ayuda que produzcamos más leche y se mantenga la producción.
Durante la lactancia no necesitamos comer por dos. Es verdad que muchas veces da hambre. No solamente dar pecho da hambre, estar a cargo de un recién nacido puede generar un poco de ansiedad que suele llenarse con mayor ingesta de comida. Pero que lo necesitemos por la lactancia no es así. De hecho se considera importante que comamos alimentos de mejor calidad, tomemos abundante líquido y mantengamos las necesidades calóricas según nuestro nutricionista lo indique.
Ahora, es natural subir un poco de peso durante la lactancia, pero no debe ser el foco ahora. También hay mujeres que señalan bajar de peso y eso también pasa muchas veces. Revisar cómo nos alimentamos es importante, pero no obsesionarnos por comer mucho más o mucho menos. Ya habrá tiempo para lo demás, sigue tu instinto y recuerda que durante el embarazo se guardaron reservas importantes de grasa que te ayudarán a producir la leche.
Cada madre produce la leche que su bebé necesita. La leche materna es un fluido cambiante, que va cambiando según las necesidades del bebé. La edad, las necesidades ambientales, el día y la noche, entre otras cosas. Cada madre produce la leche que su hijo necesita y es lo mejor que puedes darle.
Existen alimentos que pueden alterar el sabor de la leche (ajo, espárragos, alcachofas). Sin embargo, no traspasamos gases a través de la leche. Es verdad, es imposible que por comer legumbres tu hijo tenga gases. Debemos ser responsables de alimentarnos equilibradamente y entender que solamente afecta lo que comemos cuando tenemos un hijo con alguna alergia alimentaria y en ese caso es importante que un médico pueda asesorarte. En términos normativos puedes comer de todo y no pasa nada.
La leche materna es mucho más grasa después del año, porque el bebé así lo necesita. Se recomienda lactancia hasta los dos años o más si el bebé y la madre así lo quieren. Siempre tu leche alimenta, que nadie te haga dudar de eso.
La verdad es que, la principal recomendación es que fluya de manera relajada y sin mirar el reloj. Entonces cambiar el pecho sería entorpecer esa primera premisa. Además que vaciar el pecho es beneficioso para la producción y para que el bebé tome la parte acuosa y la más grasa que está en el vaciado del pecho. Ahora, mientras haya succión habrá producción, así que no hay problemas con que quede con hambre. De todas maneras si suelta el pecho, puede ser que ahí cambies para poder darle de ambos lados y vaciar ambos pechos por comodidad tuya también.
Nuestro cuerpo reconoce la succión de nuestro recién nacido. Siempre saldrá más leche cuando el bebé succione, que cuando te sacas con el sacaleches. Siempre el sacaleches sacará menos cantidad. La tecnología del sacaleches es importante con este fin, sin embargo jamás sacará tanta leche como tu guagua succionando.
Es probable que después de la maternidad nuestro cuerpo cambie irremediablemente, pero esto no tiene por qué ser visto como algo malo. Al contrario, muchas podemos empoderarnos y sentirnos a gusto con esos cambios. Con respecto a la lactancia y alteraciones en la forma del pecho, se sabe que esas alteraciones en la anatomía se producen por los cambios de peso en el embarazo y no por la lactancia en sí. Por lo tanto si das o no, el cuerpo cambia igual.
¿Qué otro mito incluirías?
Fuente: Varinia Signorelli (Supermadre)
Ingresa tus datos para recibir toda la información necesaria: