Los niños pequeños lloran con frecuencia. Cuando son bebés es la única manera que tienen para comunicarnos que algo va mal (que tienen hambre, frío, calor o dolor) y a medida que van creciendo tienen la capacidad de explicarlo, más o menos, con sus propias palabras.
Lo primero que solemos decir los padres cuando nuestros hijos lloran es «no llores», un mensaje algo confuso cuando en realidad lo que queremos es tranquilizar y contener al niño. Sin quererlo, de alguna manera estamos invalidando su sentimiento, como si le pidiésemos que no sienta lo que está sintiendo. Hay más herramientas que podemos usar en estos casos.
En lugar de «no llores» hay algunas frases más empáticas que podemos decir a nuestros hijos cuando lloran, estas son algunas de ellas.
Cuando un niño está pasándolo mal, lo único que necesita es saber que papá y/o mamá están ahí para acompañarle. Aunque no podemos evitar que sufran lo que sí podemos hacer es estar siempre para ellos. Dícelo.
Queremos niños que sean capaces de demostrar sus emociones, y no solo la alegría, sino también incluso cuando están tristes o pasándolo mal por algún motivo. Es positivo que se desahoguen, que suelten la angustia que llevan dentro mientras que nosotros les acompañamos.
A veces solo necesitan escuchar eso, que comprendemos su sufrimiento. Por más que a nosotros pueda parecernos una nimiedad, para ellos no lo es. Sea cual sea el motivo, no debemos menospreciar sus sentimientos ni decir frases como «no es para tanto» o «no llores por esa tontería».
Los niños a veces no tienen la capacidad de solucionar por sí mismos aquello que les angustia. Por eso nosotros, los padres, podemos ofrecer nuestra ayuda para proponer soluciones hasta que sean capaces de encontrarlas por ellos mismos.
Puede que seamos nosotros (los padres) la causa de su llanto por algo que hemos dicho sin intención. En ese caso pedir perdón a los hijos cuando nos equivocamos no es un signo de debilidad, sino todo lo contrario, es una enseñanza.
Por su parte, si están angustiados por algo externo, decir «lo siento» es un gesto de empatía hacia ellos. Una forma de hacerles ver que comprendemos sus sentimientos.
A veces lo niños lloran ante la frustración de no saber expresar con palabras lo que sienten. Ponernos a su altura, hacer contacto visual y ofrecerles nuestra escucha activa es una manera de abrir la puerta a sus emociones.
Una forma de conectar con ellos es usar esta frase que implica nuestro apoyo y comprensión. Al decirles que comprendemos sus sentimientos, nuestros hijos se sentirán más arropados. Puede ser el momento perfecto para contarles alguna situación similar que hayamos pasado nosotros, para que vean que papá y mamá también a veces lo pasan mal.
Muchas veces los niños lloran porque se han golpeado o se han hecho daño, ante lo que enseguida decimos «no llores». ¿Por qué no cambiamos esa frase demostrando compresión y la intención de arreglarlo? Este simple cambio de perspectiva les hará ver que nos preocupamos por su daño y hará que se centren en la solución, la cura.
Otra vez la estrategia de la solución les hará ver que, a pesar de que no podemos evitar lo malo, sí podemos buscar juntos una forma de repararlo. Cuando hay un problema, esperan que les apoyemos, les entendamos y les ayudemos a buscar una solución.
Una frase tranquilizadora que todos necesitamos escuchar cuando estamos tristes y que por supuesto también funciona con los niños pequeños. Debemos brindarles contención y serenidad, porque todo pasa.
A veces los niños (y los adultos) se cierran en rotundo ante determinada situación. Por más que les expliquemos lo mismo una y otra vez, no hay forma de que lo entiendan. Un buen consejo es tomar distancia y volver a valorarlo al día siguiente. De esta forma les tranquilizamos en el momento y posponemos la solución para más adelante.
Saber que cuentan con nuestro apoyo y confianza es clave para nuestros hijos, ya que de esta forma tendrán seguridad para enfrentar las situaciones adversas. Confiar en ellos representa la mitad de su éxito.
Cuando el llanto proviene de una rabieta, algo bastante habitual cuando hablamos de niños pequeños, en lugar de enfrentarnos con un «no llores» y agravar aún más el berrinche, podemos usar esta frase.
Es posible que haya un deseo del niño que no es posible llevar a cabo, en ese caso estamos poniendo un límite de forma respetuosa, diciéndoles que no es posible y dejando la posibilidad abierta de hacerlo en otro momento más oportuno.
Puede que los niños relacionen un hecho con futuras situaciones y se pongan fatalistas, creyendo que se repetirá siempre. Es importante tranquilizarles y decirles que no será siempre así, que las cosas se pueden modificar y solucionar.
En especial en niños pequeños, la separación de los padres (en especial de la madre) puede ser muy angustiante. Cuando empiezan la guardería o cuando tenemos que irnos a trabajar es un momento desagradable para todos. Decirle al niño que no llore no ayudará a calmar su angustia, en cambio sí tranquilizarlos y decirles que volveremos más tarde.
Fuente: Bebés y más
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