¿Alguna vez te has cuestionado el límite que existe entre la protección o sobreprotección? La psicóloga Varinia Signorelli responde a ello a continuación.
Vivimos en una sociedad en la que la independencia, autonomía y capacidad de gestionar solos se sobrevalora. Muchas veces suponemos que tenemos que acostumbrar a los bebés a ser independientes. Aunque en realidad, no. Lo que necesitan los bebés es ser absolutamente dependientes y ser cuidados en esa dependencia. Para un día así, ya no depender y poder desplegarse frente al mundo. Todos los bebés son y deben, por biología, ser dependientes. Y eso está bien.
A pesar de nuestra biología, se nos ha inculcado y convencido a las madres que los bebés deben ser independientes. Es más, que de nosotras depende esta independencia en tanto sea su habilidad para dejarlos solos. Entonces nos llenamos de culpa frente a un bebé dependiente. Cuando en realidad es lo que debe ser porque solo no podría sobrevivir y porque emocionalmente no puede regularse solo tampoco.
Como mamíferas que somos, tenemos un dispositivo interno que nos destina al cuidado de nuestros bebés. En otras ocasiones la reacción no es tan innata o instintiva, pero racionalmente sabemos que debemos cuidarlos y así lo hacemos. A veces no aflora ese instinto maternal que leemos en las revistas y eso nos pasa muchas veces, es normal. Sin embargo cuidamos porque amamos. Cuidamos porque es así que lo decidimos y eso está bien.
Protejo a mi hijo cada vez que miro sus necesidades. Cuando mentalizo sus estados emocionales e intento responder adecuadamente a lo que creo que necesita. Cuando le acompaño porque está estresado. Si lo acompaño en su regulación. Cuando respeto sus diferencias y actúo según sus propias necesidades, únicas e irrepetibles.
Sobreprotejo cuando me miro a mí misma. Cuando estoy observando mis necesidades y respondo a mis miedos. Cuando hago o dejo de hacer por temor a lo que me pasó a mí. Ahí me estoy cuidando a mí misma. Es decir, dejando de mirar las necesidades reales de mi hijo.
Sobreprotejo cuando mi niña herida está tan dentro asustada, que dejo de mirar a mi propio hijo para responder a mis miedos sobre él y no a sus verdaderas necesidades. Sobreprotejo cuando no miro a quien necesita ser mirado y respondo porque a mí me da miedo.
Es sencillo entonces. Para ser independiente debo haber sido dependiente antes, dependido mucho y haber sido protegido todo aquello cuanto necesité. Y así ser independiente del estado emocional de mi madre. Para no depender de si hoy quiere o no quiere. Porque fui dependiente un día y encontré respuesta.
Protejo a mi hijo cada vez que lo miro, lo siento, lo conozco y sé lo que necesita. Por lo tanto respondo a eso. Lo protejo cuando evito que pase por situaciones desagradables o malas. Lo cuido mirándolo a él y respondiendo ante la infinidad de cuidados que va a necesitar en su infancia.
Respondo porque habría sido muy bonito que alguien lo hubiese hecho con nosotras también. Cada una sabe la suerte que corrió y si contaba con una madre sintonizada con las necesidades que teníamos o no.
Entonces todas las madres tildadas de sobreprotectoras que responden genuinamente a las necesidades de sus hijos, pueden dejar de sentirse culpables y actuar libremente y por amor.
Escrito por Varinia Signorelli.
Ingresa tus datos para recibir toda la información necesaria: