Tratar con células madre cardíacas alogénicas a un paciente que ha sufrido un infarto de miocardio es una opción segura y eficaz. Y reduce el riesgo de que desarrolle insuficiencia cardíaca a largo plazo.
Un ensayo clínico llevado a cabo por investigadores del Cibercv del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, ha demostrado que administrar células madre cardíacas alogénicas a pacientes que han experimentado un infarto agudo de miocardio (IAM) es una terapia segura que no produce efectos adversos ni rechazo. Así lo ha afirmado Javier Bermejo, subdirector científico del Cibercv.
Francisco Fernández Avilés ha dirigido el estudio Caremi, cuyos resultados se han publicado en Circulation Research. Él ha explicado que este tipo de células madre, que se obtienen a partir de muestras de donantes, se pueden producir en grandes cantidades y almacenar con seguridad durante un prolongado periodo de tiempo. Esto permite que estén disponibles para utilizarse en cualquier momento, como cuando llega a urgencias un paciente con un infarto.
Esta disponibilidad supone una gran ventaja. Cuando el IAM afecta a una zona que supera el 20% del ventrículo izquierdo, los pacientes tienen un elevado riesgo de desarrollar insuficiencia cardíaca años después, cuando el tejido sano ya no es capaz de compensar el daño sufrido; y actualmente la única forma de prevenir dicho riesgo es recuperar cuanto antes el flujo sanguíneo en la arteria coronaria responsable del infarto.
Las células empleadas en el nuevo estudio han sido desarrolladas por la empresa TiGenix. Estas se produjeron con las muestras de tres donantes, y se pudo tratar con ellas a los 55 pacientes que participaron en el ensayo. Además son de gran calidad, ya que proceden de donantes cuyo tejido cardíaco se encuentra sano. Y es posible comprobar su vitalidad antes y después de ser producidas e implantadas.
Los pacientes a los que se administró el tratamiento habían sufrido un IAM recientemente (entre cinco y siete días antes). Y todavía estaban convalecientes. A pesar de esto, la terapia no les provocó problemas de flujo coronario ni efectos adversos cardíacos; ni de otro tipo. Y también se descartó el riesgo de rechazo.
Para evaluar la efectividad del tratamiento sobre el tamaño del infarto y otros aspectos estructurales o funcionales del corazón, se sometió a los pacientes a estudios de resonancia magnética. Tras un año de seguimiento, todos ellos continúan con vida. Por ello se realizarán nuevos estudios con un mayor número de participantes. Y un seguimiento más prolongado para evaluar la eficacia a más largo plazo.
Fuente: Webconsultas
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