El virus del VIH es un as del camuflaje. Infecta las células sanas y se integra en su material genético para pasar desapercibido y no dar la cara. Se esconde en las propias células infectadas e impide al sistema inmune encontrarlo y eliminarlo.
Esa es su mejor táctica de supervivencia y no le va mal. Los antirretrovirales para combatirlo cada vez son más eficaces. Tienen menos efectos secundarios y reducen a la mínima expresión el virus. Pero el VIH nunca desaparece del todo y quedan, en una especie de guarida donde cobijarse (reservorio viral), células infectadas latentes en el organismo. Por eso la cura, hoy por hoy, no existe.
Excepto en un caso —el llamado paciente de Berlín, Timothy Brown, que lleva 11 años sin VIH tras un trasplante de células madre— y un segundo en ciernes: un consorcio internacional, en el que participa el centro de investigación IrsiCaixa de Barcelona, ha identificado otro paciente que, tras un trasplante de células madre, dejó de tomar los antirretrovirales y lleva 18 meses sin VIH detectable. Los médicos, prudentes, aún hablan de remisión, no de curación.
“Es algo increíble. El paciente de Berlín no fue una anécdota. Tenemos un segundo caso. No queremos hablar de curación, pero en los otros casos donde se interrumpió el tratamiento el virus rebrotó”, celebra Javier Martínez-Picado, investigador de IrsiCaixa y colíder del consorcio internacional IciStem, que ha publicado el hallazgo en la revista Nature.
Con sus diferencias, este caso replica lo logrado con el paciente de Berlín, Timothy Brown, el hombre seropositivo al que, tras someterse a un trasplante de médula —donde se encuentran las células madre— para curarle una leucemia, se le retiró el tratamiento antirretrovirales y el VIH, lejos de rebrotar, desapareció.
En el trasplante estuvo entonces parte de la clave que explica el caso de Brown. El tratamiento para leucemias como la suya u otras dolencias hematológicas similares empieza con una potente quimioterapia que destruye la médula ósea, donde se encuentra el tumor maligno y que es, a su vez, uno de los reservorios del VIH. La quimio fulmina, al mismo tiempo, las células tumorales y las células infectadas latentes. Luego, con un trasplante de células madre de un donante sano, se reconstruye la médula con un ejército de células sanas, se cura la dolencia hematológica y se elimina el VIH.
Fuente: El País
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